en la población de san mateo, en el estado aragua, aún pueden verse
las ruinas del “Ingenio bolívar”, una próspera hacienda azucarera fundada por
la familia del libertador durante del siglo XVIII. Tras esos muros, en esos
patios, el pequeño simón vivió una infancia feliz, jugando con los niños
campesinos, tal vez trepando a los arboles o persiguiendo mariposas. Al
estallar la guerra de independencia, la propiedad fue usada como depósito de
municiones y armas. Allí el valiente ricaurte prefirió morir, haciendo estallar
aquel valioso material antes que entregarlo al enemigo. En este mismo lugar se
encuentra hoy el museo del peregrino. Dicen que debe su nombre a un fantasma
que deambula por los alrededores, y que la gente del pueblo llama el peregrino
solitario.
Cuando en san mateo caen las sombras, aparece en la lejanía su figura
delgada, que avanza apoyándose en un viejo bastón. Viste gastadas ropas campesinas y oculta su rostro tras un humilde sombrero
negro. El peregrino solitario recorre lentamente el ingenio bolívar. Muchos lo
han visto detenerse y contemplar las ruinas, pensativo y nostálgico. Luego se
aleja con paso cansado, hasta desaparecer hacia las montañas lejanas
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