lavando estaba
la niña, con el alba sus pañuelos, mientras miraba en el agua, bañados sus ojos
negros. Cortando con el jabón el azogue del espejo, la niña deja pasar por el
torno de sus dedos cinco chorros de cristal, cinco pedazos de cielo. La niña,
lava que lava; el río corriente, ciego intenta hurtarle, jugando alguno de los
pañuelos que en la orillita de plata lava con sus finos dedos la niña que se
levanta con el alba y los jilgueros. Ha tenido que correr por la orillita,
siguiendo el curso del ancho río que llevaba su pañuelo, el más bonito que
tiene la chiquilla de ojos negros. Ya lo ha cogido gozosa y lo aprieta entre
los dedos, mientras se ríen los labios del río travieso y ciego, que quiso
hurtarle jugando el mejor de sus pañuelos.♕