traductor

Mostrando entradas con la etiqueta el cocuyo y las estrellas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta el cocuyo y las estrellas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 26 de octubre de 2016

el cocuyo y las estrellas cuento

había una vez un cocuyo, chiquito pero ambicioso. De noche se quedaba mirando las estrellas y decía: --aquéllas son hermanas mías. ¡qué suerte la de ellas brillar en el firmamento azul!¡qué lindas lucen! Todo el mundo las admira. Yo, en cambio, ¡qué infeliz soy! Mi lucecita se pierde en la inmesa oscuridad de la sabana. Una noche el cocuyo sintió tanta envidia de las estrellas, que decidió subir hasta alcanzarlas. Antes, sin embargo, quiso consultar a una ardilla vieja y sabia, para saber qué camino seguir. La ardilla escuchó el deseo del cocuyo, pensó un rato y, al fin, contestó:

--amigo cocuyo: no conozco camino alguno que lleve camino alguno que lleve camino al cielo. De todos modos, prueba a montarte en aquel jabillo grande: su rama más alta debe estar muy cerca del cielo. --gracias –dijo el cocuyo a la ardilla, y echó a volar en dirección al jabillo. Subió por el tronco y llegó hasta la rama más alta. Más arriba no podía encaramarse nadie. Pero... ¡qué desengaño! Desde tanta altura las estrellas se veían aún muy altas, ¡demasiado arriba! Entonces, el  cocuyo rompió a llorar, a llorar desconsoladamente. Su llanto no hubiera terminado, si un chip-chiiip, que venía de una rama más abajo, no le hubiere llamado la atención. Era un pichoncito de azulejo que le decía a su mamá: --mamita, una estrella se ha posado en la rama de arriba de nuestro nido. Al oír ésto, el cocuyo se estremeció de contento y dijo para sí: ¡ahora también yo soy una estrella...! desde entonces el cocuyo dejó de envidiar a las luces del cielo. Todas las noches iba a prender su farolito sobre el nido de azulejos. Y, así, se sintió feliz por toda la vida.