el abuelo de juanito tenía una hacienda no lejos de la playa. Al niño
le gustaba pasarse allí las vacaciones porque así podía correr por la yerba,
arrear los bueyes, recorrer los sembrados, montar a caballo, hacer casitas de
palmas y, por la noche, coger lucérnagas. Todas las mañanas, después de dar de
comer a las gallinas, iba con el abuelo a la playa, paseaban por la orilla del
mar y algunas veces salían en la lancha del vecino. Cuando llovía, se quedaba
en la casa, y se pasaba el día ayudando al abuelo u oyendo los cuentos de la
abuelita. Llegaron de nuevo los días de clases, y juanito sintió la tristeza de
dejar a sus abuelos y a los pájaros y a las flores; pero sentía alegría por ver
de nuevo a sus compañeros, a la maestra, y por todas las cosas nuevas que iba a
aprender. Los abuelos vieron marchar a juanito con tristeza y lo llenaron de
regalos, mientras le decían: --juanito, te esperamos en las próximas vacaciones
No hay comentarios:
Publicar un comentario