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sábado, 11 de febrero de 2017

La energía y los chakras

el siguiente cuadro intenta sintetizar la utilidad de cada chakra en la potencialización de la energía, así como sus efectos sobre nuestro organismo, o sobre los organismos de los demás. Su visualización con ayuda de nuestro ángel de luz resulta altamente beneficiosa.

Muladhara: situado en la base de la columna, en las tres primeras vertebras, entre el ano y los genitales. Contiene información sobre la supervivencia física y la conexión con el mundo material. Es el punto de partida del que fluye la energía vital que recorre todos los demás chakras. Su trastorno se relaciona con los problemas genitales, el estreñimiento y las hemorroides. Se trabaja con un rayo de energía amarillo o rojo. La figura es el cuadrado.

Svadhisthana: situado en la base de la pelvis o plexo hipogástrico, debajo del ombligo. Trabaja sobre las emociones y sensaciones sexuales. Permite sentir las emociones de otras personas. Su trastorno se relacionada con los mismos del chakra muladhara y con problemas en la vejiga. Se trabaja con un con un rayo blanco y tonos rojos. La figura es el semicírculo

manipura: situado en el plexo solar, por encima del ombligo. Es el responsable del distribuir la energía vital irradiándolas a todo el cuerpo. Es nuestro centro de poder y maneja las capacidades creativas, el entusiasmo y la voluntad. Su trastorno se relaciona con problemas en las glándulas suprarrenales, el páncreas y el humor. Se trabaja con un rayo rojo. La figura regente es el triángulo.

Anahata: situado en la zona del corazón. Controla nuestro afecto, el amor, y la afinidad para con otras personas. Allí se encuentran los sentimientos físicos y espirituales. Se asocia con el timo. Su trastorno se asocia con problemas de circulación, tensión y respiratorios. Se trabaja con un resplandeciente rayo azul. La figura regente es el hexagrama

vishuddha: situado en la hendidura de la garganta. Es un centro de comunicación. Se relaciona con la capacidad de expresión, el contacto con nuestro ser interior. Su trastorno genera problemas con la tiroides. Se trabaja con un resplandeciente rayo color dorado la figura regente es el triángulo.

Agna: situado en la frente. Empieza entre las cejas y se extiende hasta el centro de la cabeza. En oriente, se le conoce como el tercer ojo, y es la puerta de la visualización. Permite ver la energía, percibir y proyectar la realidad. Los trastornos en este nivel generan perdida de interes, fiebre y hasta problemas visuales. Se asocia con las glándulas pineal y pituitaria. Se trabaja con un resplandeciente rayo de color morado. La figura regente es un loto de dos pétalos.


Sahasrara: situado en centro de la cabeza. Se asocia con el conocimiento espiritual y religioso, el uso de la inteligencia y la experiencia. Tiene influencia sobre las glándulas pineal y pituitaria. Su trastorno puede provocar jaquecas, tensión alta o sensación de peso sobre el cráneo. Se le considera el punto de salida del cuerpo y de entrada del espíritu. Se trabaja con un rayo arcoiris o dorado. La figura regente es el círculo

lunes, 6 de febrero de 2017

pato asado con salsa de vino-tinto

ingredientes
2 patos de 2 a 2 1/2 kgs pimienta negra molida
1/4 taza de vino-tinto
2 cucharadas de jugo de limón
1/4 cucharadita de jengibre molido
3 naranjas pequeñas, en ruedas adornar
sal
agua
1/2 taza de jugo de naranja
1 cucharadita de mostaza preparada
2 cucharadas de harina blanca de trigo
99 grs de aceitunas escurridas

preparación
aprox 2 1/2 horas antes de servir:
limpie bien los patos, dejando a un lado los menudos y los pescuezos. Lávelos con agua fría y sequelos con toallas de papel. Corte cada pato en piezas, eliminando el exceso de grasa y piel
coloque las piezas, con la piel hacia abajo, sobre una parrilla en un molde para asar grande; espolvoree ligeramente con sal y pimienta. Ase a 176 C (350 f) durante 1 hora; vire las piezas y espolvoreelas nuevamente con sal y pimienta. Aselas durante 45 minutos más o hasta que estén tiernas las masas de los muslos.
Entretanto, en una olla a fuego alto, caliente los menudos y los pescuezos, con 1/4 cucharadita de sal y suficiente agua para cubrirlos. Cuando hierva reduzca el calor abajo; cubra y dejelo cocinar durante 1 hora o hasta que los menudos estén tiernos. Escurra reservando 1 taza de caldo.
En una olla mezcle el vino, el jugo de naranja, el jugo de limón, la mostaza, el jengibre, 1/2 cucharadita de sal y la taza de caldo que reservo. Caliente hasta que hierva a fuego mediano. Reduzca el calor; cubra y dejelo cocinar durante 10 minutos más para que se mezclen los sabores. En una taza mezcle la harina y 1/4 taza de agua, vierta esto gradualmente al líquido de la olla. Cocine a fuego mediano hasta que la salsa se espese.

Para servir, coloque las piezas de pato sobre una fuente grande (tibia), adornelas con las rueditas de naranja y las aceitunas. Sirva la salsa en un tazón pequeño

Pechuga de pavo a la crema

ingredientes
60 gramos (2 onzas) de fideos cocidos
340 gramos (12 onzas) de pechuga de pavo, cortada en pequeños pedazos
2 ajos porros
30 gramos (1 onza) de alcachofas hervidas
5 cucharadas de queso parmesano rallado
2 cucharadas de mantequilla
1 taza de crema de leche
2 huevos
sal
pimienta

preparación

en un sartén: derrita la mantequilla, sofría el pavo, las verduras bien cortadas y los condimentos. Cuando el pavo esté  dorado: coloque los pedazos de pechuga en el fondo de un molde y vierta la salsa y los fideos. Cubra con una mezcla de huevos batidos y la crema. Espolvoree todo con el queso rallado. Hornee a 190 C (373 F) por 20 minutos

pollo al whisky

ingredientes
1 pollo
1 taza de caldo de pollo
50 g de mantequilla
2 tallos de apio
1 taza de whisky
50 g de harina
1 cebolla pequeña
1 hoja de laurel
preparación
usar una olla alta y que pueda ir al horno. Dejar el pollo por una hora en el whisky, luego sacarlo y enharinarlo. Dorarlo en la mantequilla. Agregar la cebolla y el apio picado, el laurel, el whisky donde estuvo y el caldo. Provar el punto de sal, salar más si es necesario. Cocinar en el horno previamente calentado a 350” C por una hora. (se puede acompañar muy bien con unas papas al vapor arroz blanco o puré de papas)₤✽⟺

martes, 31 de enero de 2017

Una historia alada

yo soy gabriel,
el que está delante de dios.
He sido enviado para hablar contigo
y comunicarte esta buena noticia

cuando nos toca representar a un ángel, dibujar o evocarlo... ¿qué es lo primero en lo que pensamos? Sí, exactamente, en sus alas. Y después de ese par de esplendorosos racimos de plumas, nos imaginamos el arito que tiene en la cabeza, la aureola. Bueno, esos son dos elementos simbólicos que tienen un profundo arraigo en la cultura universal de todos los tiempos. Comencemos con las alas. Como el ser humano vive casi plantado sobre la tierra, en virtud de la acción de la  gravedad, siempre percibió que cualquier ser superior estaba encima, más arriba de su cabeza, en el cielo. Y para llegar al cielo, subir o bajar, hacía falta algo de lo que no disponemos en forma natural: un par de alas. Tanto es así que casi desde el principio el hombre quiso ser como las, para remontar vuelo y atravesar grandes distancias en un abrir y cerrar de ojos. Las primeras narraciones descubiertas en la antigua sumeria, cuna de la civilización occidental y quizás también oriental, ya habla de una estrecha relación entre las enormes aves, como el águila, y los hombres.♬

martes, 17 de enero de 2017

cuándo se empezó a hacer pan?

Todos los países del mundo tienen una alimentación que les es propia. Sin embargo, hay un alimento que se consume en todos los puntos donde vive el hombre: se trata del pan. Esto se debe a que el hombre se ha dado cuenta desde el principio de la importancia que tenían los cereales en su dieta alimenticia. De hecho, el hombre primitivo mascaba cereales para alimentarse. Posteriormente, pasó a moler los granos entre piedras hasta conseguir harina, como hicieron los egipcios hace 5000 años. Los egipcios añadían agua y formaban una masa, a la que se daba forma de pastelillos planos que se introducían, bien en el horno, hundido en el suelo y revestido de barro, bien en unas vasijas abiertas en cuyo interior se depositaban brasas y sobre las cuales se colocaba la masa de pan. Este pan egipcio era muy rugoso y pesado de masticar, pues no contenía levadura que lo hiciera subir. Los hebreos primitivos utilizaban pan ácimo, es decir, sin levadura, pero fueron los egipcios los primeros en descubrir que la masa del pan podía hacerse “subir” mediante esos pequeños organismos, produciendo una masa mucho más esponjosa y suave. Se han encontrado muestras de estos panes en las tumbas del antiguo egipto. Los hebreos horneaban su pan en masas de poco espesor, y lo rompían en lugar de cortarlo. Por eso se llama en ocasiones “partir el pan” a comer. Los judíos, durante miles de años, han celebrado la pascua comiendo un pan sin levadura, o ácimo, al que llaman “matzoth”; éste se hace con una mezcla de harina y agua que produce una galleta parecida a las pastas dietéticas. Las obleas de la comunión son parecidas a esas galletas, aunque mucho más pequeñas y refinadas. En las diferentes partes del mundo se fabrica pan de múltiples alimentos, entre ellos las legumbres, patatas, hierbas, cortezas, arroces y guisantes. En ciertos puntos del lejano oriente, se utilizan bellotas y hayucos para hacer harina
“antes de que se elaborara el pan, los hombres se alimentaron del grano de trigo, de cebada y de centeno. Más  adelante los granos se trituraron. Muchos pueblos confeccionaron una especie de papillas o gachas antes de conocer el pan de harina. Los egipcios, mediante un sencillo pero laborioso método, ya fabricaban pan. En primer lugar machacaban el grano ayudándose de gruesas piedras hasta conseguir la harina, lo que precisaba más de una hora de trabajo. Luego, la harina, en la que quedaban granos enteros sin triturar, se amasaba con agua a la que añadían pasta seca del día anterior a modo de levadura. Una vez amasada la harina la dividían en unas pocas tortas delgadas que colocaban sobre una piedra cubriéndolas de cenizas candentes. Generalmente, este trabajo estaba encomendado a las mujeres, aunque también los hombres las realizaban. Para uso de los faraones se elaboraba un pan especialmente blanco llamado hori. En muchas tumbas egipcias se han encontrado trozos de pan en buen estado de conservación que han permitido mediante análisis mostrar sus grandes semejanzas con el pan de la actualidad”

Las dulces hermanas

en un viejo autobús, regresaba a su casa, después de un largo día de trabajo, un hombre feliz. Los otros pasajeros estaban muy serios. Pero él, venía con una hermosa sonrisa. Le habían aumentado el sueldo. Al fin podría comprar el carrito que soñaba, para disfrutarlo con sus hijas. Y, aunque su esposa estaba ya con dios, seguro que ella compartiría desde el cielo su felicidad. Ya cerca de su casa, vio que todavía no habían cerrado la panadería. Decidió comprar unos dulces para celebrar, con sus tres hijas, el aumento de su sueldo. Entró en la panadería. Vio que sólo quedaban tres dulces de fresas con crema, los preferidos de sus hijas. Le dijo al pastelero que se les preparara para llevárselos. El pastelero los preparó y le entregó una bandeja con los tres dulces de fresas con crema. Y cerró el negocio. El feliz papá sólo pensaba en lo contentas que se pondrían sus hijas al saber la grata noticia. Al bajarse del ascensor, tropezó y ¡PLOCOTON! Cayó cuan largo era al piso. La bandeja con los dulces se aplastó. El tremendo golpe no hizo que el feliz papá perdiera su sonrisa. Después de la horrible caída, se levantó. Revisó la bandeja. Y vio que todavía quedaba un dulce en perfecto estado. Entró en su casa, directo a la cocina. Llamó a sus hijas; y puso en un plato el dulce que se había salvado. Las niñas llegaron corriendo. Apenas terminaron de pedir la bendición, le preguntaron por qué lucía aquella cara de felicidad. El respondió:
al fin hoy me concedieron el aumento que esperaba. Ya podemos adquirir el carrito tan soñado. Compré tres dulces para celebrarlo. Pero me resbalé, caí al piso y me quedó un solo dulce completo. Lo interrumpió su hija mayor
felicia: - papito lindo, no hay ningún problema: el dulce es para mí, por ser la mayor. De inmediato esperanza: -papucho, yo soy la más pequeña y, por chiquita, el dulcito es para mí. ¿verdad, papucho?
Y salto caridad:
ni la mayor, ni la pequeña. El dulce es pa mí. El que se salvó, seguro fue el del medio, como yo. El papá le dio largas al asunto: -cenemos, y después hablamos. Sin terminar de dar gracias a dios por los alimentos recibidos, las niñas comenzaron a discutir por el. Poco a poco subieron la voz hasta gritar. Y se formó la sampablera. Ante aquel gallinero, con un manotazo en la mesa, el papá llamó la atención de las niñas, para reclamarles: -¿cómo es posible que por un dulce ustedes discutan así? ¡su madre debe estar muy triste en el cielo! ¡todas a dormir, sin protestar! Las chicas salieron corriendo al baño y en un tris estaban en la cama. En la casa se hizo el silencio. Y el sueño llegó, rápido. Al primer rayo del día, las tres niñas fueron a la cama de su papá. Suavemente lo despertaron. Y él, que las conocía muy bien, les dijo: -ya sé que están aquí por el dulce. Ellas tímidamente sonrieron. Y, después de un breve silencio, siguió diciendo el papá: bueno, bueno. ¿alguna soñó?. Las tres niñas afirmaron con la cabeza. Perfecto ordenó el papá cuénteme cada una su sueño; y el que más me guste ganará el dulce. Comenzó felicia, por ser la mayor: papi, yo soñé que estudiaba mucho, mucho, pero que mucho; tanto, que descubrí una fórmula biogenética-degradable, que convertía la basura en alimento altamente nutritivo y todos los seres humanos tenían para comer. No quedó ser en la tierra que no tuviera algo para comer; y como dicen por allí ¡barriga llena, corazón contento! Todo el mundo era feliz; no había ni guerras, ni muertos. Todo era paz y felicidad: ¡el mundo que todos soñábamos! ¡un mundo perfecto! El papá comentó: --¡muy bello tu sueño, felicia! Pero ahora tenemos que oír a caridad. Somos todo oídos, querida. Caridad: -bueno, papá, yo soñe que era una excelente y experta financista; y hacía tan buenos negocios, que, poco a poco, me fui apropiando de todo el dinero del mundo. Todo el dinero era mío y de nadie más. Así que toda la gente se vio obligada a negociar todas las cosas sin dinero. Y, así, la gente aprendió a dar y recibir lo que necesitaba sin importar lo que costara. La gente no peleaba más por el dinero. Todos eran felices, porque tenían todo lo que querían, aunque no tuvieran plata. Todos le daban a todos lo que les hiciera falta
   aprobó el papá:

 ¡muy bien, hija!
 Sólo falta esperanza. Tu dirás, hija.
 Y la pequeña dijo:
 -papucho, elige entre mis hermanas. Mi sueño es muy tonto.
 El papá replicó:
 hija, no te avergüences y cuentanos tu sueño.
 Se animó esperanza:
 -bueno, soñé que las tres nos levantamos. Nos pusimos bonitas como te gusta a ti. Después de decir nuestras oraciones juntas, fuimos a la cocina. Tomé, de la gaveta, un cuchillo. Con él partimos el dulce en tres porciones iguales. Y dándole gracias a dios, cada una disfrutó de su trozo.
 ¡y descubrí que éramos muy felices!
  El padre se admiró:
 -¡bravo, hija, bravo! Eso está muy bien. Compartir: ése es el secreto de vivir. ¡bellísimo hija! ¡sin ninguna duda, el dulce es tuyo, hija! ¡haz tu sueño realidad! Las tres niñas salieron del cuarto agarradas de la mano, rumbo a la cocina, con una sonrisa esplendorosa, derrochando felicidad. El papá las siguió. No quería perderse tan hermosa escena. Esperanza llegó a la cocina. Sacó el dulce de la nevera. Lo puso en la mesa. Abrió la gaveta y... sacó una ¡cuchara!... las otras, sorprendidas, exclamaron:

 felicia: -creo que cometiste un pequeño error, esperanza. Sacaste una cuchara. En tu sueño era un cuchillo
  y caridad: -si, esperanza, en tu sueño hablaste de cuchillo. No de cuchara. A lo que respondió muy seria y segura, esperanza: - sí, hermanas. En el sueño era un cuchillo. Pero... ¡sueños, sueños son! La realidad es que el dulce es mío. Yo lo gané para mi ¡SOLITA! ¿Acaso, si ustedes se lo hubieran ganado, me hubiera dado un pedacito? Las hermanas contestaron, descorcertadas y a coro: -¡por supuesto que no! Y, esperanza, sin más explicaciones, salió a toda prisa, para que las hermanas no vieran cómo se comía el dulce. Justo en la puerta de la cocina, dio un traspiés. Cayó al suelo de bruces. El dulce quedó desparramado en el piso. Y la nariz de esperanza, exactamente a los pies de su papá, quien había presenciado todo lo ocurrido. Esperanza y su papá cruzaron una mirada. Y no hicieron falta palabras para que las tres sintieran la profunda tristeza de su padre, por su egoísmo.
  El papá, sereno, las reprendió: -¡muy buena la ilusión de felicia de que todos tengan qué comer! ¡mejor, el deseo de caridad de que se acaben las peleas por la plata! ¡y mucho mejor el propósito de esperanza de compartir con sus hermanas! Pero sepan que al cielo no llevan ni las ilusiones, ni los deseos, ni los propósitos, sino las obras en favor del prójimo. Si esperanza hubiera el dulce, hubiera dado más que un paso, hubiera dado un salto hacia el cielo... ante esa reflexión de su papá, las DULCES HERMANAS lloraban de arrepentimiento, mientras su padre, besándolas, agradecía a dios que hubiera devuelto la paz a su hogar

miércoles, 11 de enero de 2017

Había una vez un hombre

fito malembe dijo:
-- yo esto no lo voy a poner como lo contó la maestra, que sabe contar muy bien todo, con emoción desde el principio hasta el fin y su cara llena de alegría; pero con palabras difíciles que yo no puedo usar porque no las entiendo como quisiera. Esto lo voy a contar como me gusta a mi contar las cosas, con mis propias palabras. Si, señor. Y empiezo... había una vez un hombre que se llamaba... pero mejor es que diga mas tarde como se llamaba. No era alto, si no pequeño; eso sí: fuerte y agil, con una gran resistencia. ¡upale! Iba de aqui para allá y venía de allá para acá como una sombra. No se cansaba. Cuando tenía sueño, dormía; cuando tenía hambre, comía; pero parecía como si no necesitara comer ni dormir. Nunca decía: tengo sed, como los demás, sino que aguantaba las ganas de beber hasta encontrar agua. ¿se dan cuenta de la clase de hombre de quien estoy hablando?...
¿y qué trabajo era el que hacía?... tampoco voy a decirlo ahora, porque entonces no va a haber quien no descubra quien era ese hombre. ¡pero qué trabajo! Andaba por los llanos y por la selva; cruzaba las montañas y los pantanos; dormía al aire libre, debajo de los árboles, en su hamaca o en el puro suelo, donde lo cogiera la noche; cruzaba los ríos, a nado o en canoa, los ríos repletos de caimanes, rayas, caribes y tembladores. Ríos con peligros. Se montaba en su caballo y, ¡triquitán, triquitán, triquitán! Se bebía los caminos, el primero y los demás siguiéndole. No le importaban la lluvia ni el sol, la niebla ni el frío. Entraba en los pueblos y todo el mundo se le quedaba mirando. ¿quién era el que llegaba?... la gente lo aplaudía. ¡plas, plas, plas! Y le gritaba: ¡arriba! Y repetían su nombre. Era un hombre a quien querían, respetaban y admiraban en todos los sitios. Lo que se proponía, lo cumplía. Y no solamente eso, sino que si él, pongamos por caso, invitaba a otro a hacer alguna cosa, ese otro no se le negaba. -si usted lo quiere, entonces vamos a meterle el pecho. Uno de sus amigos dijo cierta vez: --es que yo no puedo dejar de complacerlo cuando me propone algo. No sé placerlo cuando me propone algo. No sé lo que me pasa. Quiero decir no y, sin embargo, digo sí, como si la palabra no se resistiera a salir de mi boca. Y otro que estaba oyendo agregó: --¡y la miraba, vale! ¡la mirada! ¿te has fijado? ¿te has dado cuenta? Cuando mira echa como chispitas los ojos, o como rayitos de relámpago. Uno se queda como si estuviera dormido y es por eso que tiene que decir sí a todo cuanto él propone. Sí y nada más que sí.
Pues ése era el hombre que en cierta ocasión estaba en pleno campo con varios de sus amigos. Descansaban. El sol lo encendía todo. Brillaban en el aire las alas de las mariposas. Entonces de repente el hombre se puso de pie y le dijo a uno de sus compañeros: --quiero que me haga una diligencia, ibarra. --mande usted –le contestó el llamado ibarra---. ¿de qué se trata? El hombre le dio la orden a ibarra y este dijo: --muy bien. Y para hacer la diligencia más rápidamente se puso a escoger un caballo entre los tantos que ellos tenían. Escogió el más grande y más veloz; pero antes de ensillarlo quiso apostar con algunos que el era capaz de saltarlo de un solo brinco desde la cola hasta el otro lado de la cabeza. ¡cójale!... hicieron la apuesta y, ¡firimplín!, ibarra saltó con gran agilidad, como si fuera eléctrico, como si tuviera resortes. El hombre, que estaba viéndolo todo, dijo entonces: --eso lo hago yo también. Los demás lo oyeron y quisieron reírse, pero no se rieron. No por miedo, sino por respeto. Pero hubo uno que preguntó: --¿usted se atreve? El hombre vio al compañero en los ojos con su mirada de águila, la mirada de águila, la mirada llena de chispitas, y sin decir nada caminó hacia donde estaba el caballo. Se le puso por detrás, retrocedió, para coger ventaja,y,¡suásquitiquiti!..., cayó en el pescuezo del animal. ¡cómo sería el golpe que se dio y el dolor que debió sentir! Pero no se quejo. Los compañeros lo veían con ganas de soltar las carcajadas: ¡cuas, cuas, cuas!, pero no lo hicieron. Apretaron lo dientes y se quedaron con la risa por dentro. -- déjese de eso ---le dijo uno---. Nosotros sabemos que usted puede hacerlo. Pero déjese de eso. ¿que se dejara de eso? ¡juuuummmmmm! ¿acaso no lo conocían?... caminó hacia la cola del caballo, cogió distancia nuevamente y, ¡suásquitiquiti! ¡qué va! Tampoco pudo saltar completo esta vez, sino que cayó sobre las orejas del caballo, dándose un golpe tan duro como el anterior. Si yo hubiera sido ese hombre, después del segundo fracaso, quizá habría dicho: hasta aquí me trajo el río. No sigo. Digo yo que hubiera dicho eso; pero quién sabe si a lo mejor habría hecho lo que hizo el hombre, y lo que hizo fue que intentó por tercera vez y esa vez sí resultó verdad que, ¡firimplín!, saltó como lo había logrado ibarra. Entonces sus amigos lo aplaudieron: ¡plas, plas,plas! Y gritaron: muy bien, muy bien. Gritos y aplausos. El hombre se sonrió, se recostó debajo de una mata y se puso como a dormir; o a esperar, posiblemente, que se le quitase el dolor que con toda seguridad estaba sintiendo. ¿pero qué le importaba el dolor después?... había hecho lo que se había propuesto, una vez más, para dejar con la boca abierta a cada uno de los presentes... y eso fue lo que hizo ese día, porque otro... entérense ustedes. Otro día estaba bañándose en el orinoco, también con sus amigos. ¡suas, suas, suas! Sabroso.
Entonces uno de sus compañeros se atrevió a decir que entre los que allí estaban no había quien nadara mejor que él. ¿ que no había?... el hombre le dijo: --yo. Eso solamente: yo y le hizo una apuesta: -- vamos a ver quién llega primero hasta aquellas embarcaciones que se ven allá. Las embarcaciones estaban fondeadas unos ciento cincuenta metros río adentro. --pero eso sí – agregó el hombre---, usted va a nadar suelto y yo con las manos amarradas a la espalda ¡madre mía! El hombre se hizo amarrar la manos, se lanzó al agua y empezó a nadar. Nadaba poco a poco, es cierto, con mucha dificultad; pero pudo llegar hasta donde estaban las embarcaciones, que era lo que él había querido. No ganó la carrera, ¡qué va!, porque eso era pedir demasiado y, además, el otro era muy buen nadador; pero demostró, como dije antes, que lo que se proponía, lo cumplía. ¿qué les parece? Por esa razón sus compañeros lo admiraban, respetaban, lo querían y seguían con los ojos cerrados a todas partes. Porque se daban cuenta de que estaban siguiendo a un hombre diferente. Y eso fue lo que ocurrió aquel día, porque otro... el hombre estaba enfermo, flaquito como bejuco parecía un cadáver. La gente lo veía y decía con tristeza: se nos muere. A algunos se les salían las lágrimas. Estaba sentado en una silla, en un pequeño jardín. En la cabeza tenía un pañuelo blanco. Seguramente le dolía la cabeza. Hasta como tenía fiebre. Hablaba y tosía. La voz era ronca. La tos, seca. ¡pobrecito, no juegue! Todo el mundo lo miraba con dolor. Estaba pálido. Entonces fue a visitarlo un señor amigo y empezaron a conversar. Conversa que conversa. En una de ésas el señor le preguntó: -dígame usted: ¿qué piensa hacer ahora? ¿qué?. El hombre se le quedó mirando al amigo, de frente, como siempre él miraba; pensó un ratico y contestó: --¡triunfar! Eso nada más contestó. Pero era bastante. Y lo dijo con seguridad: ¡triunfar! Cuando se curó,triunfó.
Después de haber escrito todo lo que escribí, yo estoy convencido de una cosa. Estoy convencido de que si hiciera esta pregunta: ¿cómo se llamaba ese hombre? Todo el mundo, sin pensarlo, me contestaría: bolívar. No puede ser otro. Y esa es la respuesta correcta. Ese hombre se llamaba ¡BOLIVAR!. Así, con mayúsculas.¿ y saben ustedes por qué bolívar hacía aquello?... él mismo lo explicaba: (no crean que esto sea inútil para el hombre que manda a los demás: en todo, si es posible, debe mostrarse superior a los que deben obedecerle: es el modo de establecer un prestigio duradero e indispensable para el que ocupa el primer rango en una sociedad, y particularmente para el que se halla a la cabeza de un ejercito... siempre adelante,nunca atrás: tal era mi máxima, y quizá a ella es que debo mis éxitos y cuanto he hecho de extraordinario. Lo repito para terminar: ese hombre se llamaba bolívar. ¡nada menos!

jueves, 5 de enero de 2017

Pechugas rellenas al horno

ingredientes
2 limones exprimidos
3 huevos
6 filetes de pechuga
1 vaso de vino amontillado
1 diente de ajo
1 cebolla
1 cucharada de pan rallado
2 lonchas de jamón
harina, aceite, perejil picado, sal y pimienta
2 cucharadas de queso rallado
preparación

aplastar bien los filetes de pechuga. Batir los huevos y añadir el jamón picado, perejil, queso rallado y sal (pasar todo por la batidora). En una sartén echar un poco de la mezcla como para hacer unas tortillas finas. Hacer 6 tortillas (una para cada filete de pechuga) poner sobre cada filete una tortilla, enrollar y atar salpimentar. En una cazuela poner un fondo de aceite, dorar los rollos previamente pasados por la harina y retirar. A continuación hacer un sofrito con una cebolla y un diente de ajo y añadirle el zumo de dos limones. Después pasar la batidora. Luego agregar los rollos, un vaso de vino amontillado y medio de agua y dejar cocer a fuego lento durante unos quince o veinte minutos. Servir cortados en lonchas, cubiertos con su salsa

Oración de la sangre de cristo

señor jesus en tu nombre y con el poder de tu sangre preciosa sellamos toda persona, hechos o acontecimientos a través de los cuales el enemigo nos quiera hacer daño con el poder de la sangre de Jesucristo sellamos toda potestad destructora en el aire en la tierra en el agua en el fuego debajo de la tierra en los abismos del infierno y en el mundo en el cual nos moveremos hoy. Con el poder de la sangre de Jesucristo sellamos toda potestad destructora en el aire en la tierra, en el agua, en el fuego, debajo de la tierra, en los abismos del infierno y en el mundo en el cual nos moveremos hoy. Con el poder de la sangre de Jesucristo rompemos toda interferencia y acción del maligno. Te pedimos señor jesus que envíes a nuestros hogares y lugares de trabajo a la santísima virgen acompañada de san Miguel san Gabriel, san Rafael y toda su corte de santos ángeles. Con el poder de la sangre de Jesucristo sellamos nuestra casa todos los que habitan en ella (nombrar a cada uno de ellos) las personas que el señor enviara a ella, así como alimentos a los bienes que el generosamente nos envía para nuestro sustento. Con el poder de la sangre de jesus sellamos, tierra, puertas, ventanas, objetos, paredes, pisos y el aire que respiramos y en fe cubrimos con su sangre toda nuestra familia con el poder de la sangre de Jesucristo sellamos los lugares en donde vamos a estar este dia las personas las empresas o instituciones con quienes vamos a tratar (nombrar a cada una de ellas). Con el poder de la sangre de Jesucristo sellamos nuestro trabajo material y espiritual los negocios de toda familia los vehículos las carreteras el aire las vías y cualquier medio de transporte que vayamos a utilizar. Con tu sangre sellamos los actos las mentes y los corazones de todos los habitantes y dirigentes de nuestra patria a fin de que tu paz y tu corazón reinen en ella. Te agradecemos señor por tu sangre y tu vida ya que gracias a ellas hemos sido salvados y somos preservados de todo lo malo. amen




Oración de perdón

me apropio de la palabra que dice que hay redención en su sangre. Señor quiero que tu en esta hora me redimas, perdoname por alejarme de ti con mis actitudes; quiero abandonar esta vida que he llevado hasta hoy: me acojo a la promesa que dice: “pero si vivimos en la luz, así como dios esta en la luz, entonces hay unión entre nosotros y a la sangre de su hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado. La sangre de tu hijo Jesucristo me limpia de todo pecado por eso reconozco que soy pecador y me arrepiento de todas las faltas cometidas hasta hoy, sellame con tu sangre, retira de tu presencia toda maldad que haya cometido ante ti haciendo lo que no te agrada, gracias por tu sangre liberadora. Amen

alabanzas a la sangre de cristo jesus, autor de nuestra salvación
¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús, que diste tu sangre en precio de nuestro rescate
¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús, cuya sangre nos reconcilia con dios
-¡bendita sea tu preciosisima sangre jesus que con tu sangre nos purificas a todos
-¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús que con tu sangre limpias nuestras culpas
¡bendita se tu preciosisima sangre! Jesús, por cuya sangre tenemos acceso a dios
¡bendita sea tu preciosisima sangre, jesus, que nos da tu espíritu cuando bebemos tu sangre
¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús, con cuya sangre pregustamos las delicias del cielo
¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús, que con tu sangre fortaleces nuestra debilidad
¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesus, que nos da tu sangre en la eucarística
¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús, cuya sangre es prenda del banquete eterno
-¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús, que nos vistes con tu sangre como traje del reino
-¡bendita sea tu preciosisima sangre! Jesús cuya sangre proclama nuestro valor ante dios
-¡bendita sea tu preciosisima sangre!

sábado, 3 de diciembre de 2016

El niñito más hermosO

un día dijo la maestra: -hoy voy a contarles un hermoso cuento. Hace muchos años, había una ciudad muy pequeñita llamada belén, en un bello país llamado judea. Las casitas de belén, blancas y limpias, relucían al sol. Era la mañana de un 24 de diciembre. Hacía mucho frío, pero mucha gente caminaba por las estrechas calles de belén ancianos, jóvenes y niños, vestidos con trajes de muy vistosos colores, acababan de llegar de distintas partes del mundo, cumpliendo una orden de su rey. Todas las casas y posadas de la ciudad, estaban llenas. Casi al oscurecer, entraba por la calle principal una mujer de rostro muy bello y mirada dulce, sentada sobre un burrito. A pie, junto al burrito, marchaba un hombre de barbas y cabellos hermosos. Sus ojos de color de miel, eran bondadosos; y su andar, algo lento, como si estuviera fatigado del largo camino recorrido. Preguntó en varios lugares si había habitacíon, pero la respuesta era siempre la misma: --no, todo está lleno al fin, al otro extremo de la ciudad, encontró a un posadero que le dijo: --no tengo habitación vacía;

pero si queréis, puedo alojaros en un establo donde sólo tengo una vaca y una mula. José, que este era el nombre del viajero, consultó con maría, que así se llamaba la mujer, y ambos decidieron pasar allí la noche. Como no tenían muebles donde sentarse, ni una vela que los alumbrara, se acostaron sobre un montón de heno para descansar. Ya estaban dormidos cuando comenzó a disminuir la oscuridad de establo. A medida que pasaba el tiempo, se iluminaba más y más. Parecía como si estuviera amaneciendo y todavía no eran las doce de la noche. No había pasado mucho tiempo y una luz, más viva que la del sol, iluminaba no soló el establo, sino a todo belén. Comenzaban el día 25... y allí, sobre un pesebre relleno de paja, estaba el más hermoso, niño que haya nacido jamás: el niñito jesus. Alrededor de su humilde cunita, estaban maría y jose, que lo contemplaban llenos de gozo... y la vaquita, la buena vaquita que ponía bocados de heno sobre la cunita, para que el niñito estuviera abrigado y no sintiera frío

Cual fue el origen de los horóscopos?

En primer lugar, ¿qué es un horóscopos? Un horóscopos es una representación gráfica de los cuerpos celestes, mostrando las posiciones relativas del sol, la luna, las estrellas y los planetas en un momento determinado. Para establecer un horóscopos individual es necesario conocer con exactitud la hora y el lugar de nacimiento, a fin de poder calcular las posiciones que los astros citados ocupaban entonces. Basándose en el conocimiento de las posiciones relativas de los astros en el momento preciso del nacimiento de una persona, los astrólogos afirman que son capaces de predecir el futuro de la misma, analizar su carácter o aconsejarla certeramente sobre sus actos y decisiones. Como ves, hemos dicho que son los “astrólogos” quienes hacen esta afirmación, lo cual ya nos sirve de indicación respecto al origen de los horóscopos. Se trata de una parte de la astrología, que a su vez consiste en la creencia de que los cuerpos celestes guardan cierta relación con los asuntos de los hombres y de que es posible predecir el futuro de la misma, analizar su carácter o aconsejarla certeramente sobre sus actos y decisiones como ves, hemos dicho que son los ”astrólogos” quienes hacen esta afirmación, lo cual ya nos sirve de indicación respecto al origen de los horóscopos. Se trata de una parte de astrología, que a su vez consiste en la creencia de que los cuerpos celestes guardan cierta relación con los asuntos de los hombres y de que es posible predecir los acontecimientos futuros a partir de observaciones astronómicas. La astrología occidental tuvo sus orígenes en caldea y babilonia, 2000 años antes de nuestra era. En un principio, era un intento de aplicar los resultados de las observación y estudios astronómicos a la vida cotidiana de las personas. Los primeros observadores advirtieron que los movimientos del sol, la luna, las estrellas y los planetas se producían con cierta regularidad, o en determinados períodos de tiempos. Por otra parte, las estaciones, las lluvias, los ciclos de crecimiento de las plantas y otros fenómenos naturales también se producían con regularidad. Asi pues, los astrólogos relacionaron ambos tipos de acontecimientos y dieron comienzo a la creencia de que los movimientos y las posiciones de los astros estaban relacionados con el curso de la vida de los seres humanos. Aunque esta creencia carece de todo fundamento desde el punto de vista de la ciencia actual, mucha gente en todo el mundo la comparte. Además experimentos realizados con pleno rigor científico demuestran que al menos, algo de cierto hay en ella.


“en un principio, la astrología,el culto de los astros y la astronomía se confundían en una sola materia. Los sacerdotes se encomendaban tanto al estudio de los atros como de su relación con los destinos del hombre. Entre los calderos y asirios, los sacerdotes eran astrólogos de profesión. A  partir de sus documentos se evidencia que la astrología caldea se fundó del culto a los astros. La obra titulada namar beli (iluminación de bel), escrita por el rey sargón tres mil años A.C muestra observaciones astronómicas y cálculos relativos a los eclipses solares y lunares, mezcladas con predicciones e interpretaciones de los sueños. Las teorías de las casas del cielo, doce según los signos del zodíaco, que continúan siendo la base de los sistemas astrologícos actuales fueron tomadas de los caldeos. Este pueblo junto con el egipcio son los principales a los que se les atribuyen los primeros fundamentos de la ciencia de  los atros.

viernes, 2 de diciembre de 2016

un gato en las nubes

perejil y yerbabuena, el cuento ya va a empezar; chocolate, fresa y menta, mi niño lo va a escuchar.
un ratoncito saliò una vez a pasear con su mamà. subieron a una colina. allí habìa muchas flores y también mariposas de varios colores. el ratoncito y su mamà miraron el cielo. --¡mira! --dijo la mamà-- se ven figuras muy grandes en las nubes. el ratoncito gritò: --¡mira, mamà! es un castillo de nubes. y allà està un conejo tambien vio un ratón, una mano, un elefante. --voy a cortar unas flores por aquì cerca靧
--dijo la mamà -- ya vengo ---està bièn, mami. yo me quedarè aquì y mirarè las nubes -- dijo el ratoncito. y siguiò mirando el cielo. la mamà llegò corriendo y dijo: --¿què te ocurre, hijito? ¿por què lloras? --hay un gato enorme en el cielo y quiere agarrarme --dijo el ratoncito -- estoy muy asustado --no tengas miedo -- dijo la mamà--, ¡mira! el gato ya no està. se ha convertido otra vez en nube. el ratoncito mirò el cielo y vio que era verdad. el gato no estaba en la nube. el ratoncito ayudò a su mamà a cortar flores y corriò tras las mariposas. pero durante el resto de la tarde no volviò a mirar el cielo♬

martes, 29 de noviembre de 2016

La curiosidad infantil

el señor cristóbal, antiguo servidor de una rica casa de andaluces, tenía muy cerca de ochenta años, las piernas flojas y la cabeza fuerte. Aunque no estaba ya para muchos esfuerzos, ni aun para pocos, los señores, agradecidos a los favores que toda la vida les prestó, le conservaban a su lado de muy buena gana. Añadase a esto que cristóbal era hábil para entretener a la gente y que en casa había dos niños, perico y maría. Una  tarde, entre el niño y la niña agotaron, si no la paciencia, que era inagotable, la sabiduría del pobre viejo, que no lo era tanto. --cristobal, ¿cuántas estrellas hay? Preguntó perico. --según...; unas noches hay más y otras hay menos, respondió el viejo. --¿y porqué? Preguntó maría. --¡toma! Porque en las noches de luna las estrellas no salen todas. --¿la luna no es una estrella? --no; la luna... es la luna. ---¿y las estrellas? ¿dónde están sujetas? --en el aire niños, en el aire. --¿y no se pueden caer? ---no tengan cuidado, niños. Mira que viejo soy yo y no he visto caerse ninguna. --y el sol ¿dónde esta? El señor cristobal temeroso de meterse en un callejón sin salida, dio un silbido respuesta. --¿no lo sabes? --no lo había de saber (claro que éste no lo sabía). Y así la lluvia de preguntas continuaba: --oye, cristobal, ¿el tren cómo anda?
--¿el tren? ¿tú no has visto el carbón que lleva dentro? --sí.
---¿y el maquinista? --también. --pues ahí lo tienes,... no hay más que fijarse en las cosas. --oye, cristobal: ¿los fosforos son veneno? --oye, cristobal: ¿los moros son malos? --oye, cristobal: ¿por qué llueve? --oye, cristóbal: ¿quién ha sembrado los árboles? Oye, cristobal...

oye, cristobal... cuando más vivo era el tiroteo de preguntas, pasó por allí la señora de la casa y preguntó acariciándolos: ---¿son malos, cristobal? Porque si son malos, desde mañana van a la escuela. ¡no hay vacaciones! Y el señor cristóbal, suspirando y riendo a la vez, se atrevió a contestar: ---señora carmen, el que va a la escuela desde mañana desde mañana soy yo.  

La ballena y el muchacho

este es el cuento de una ballena que se tragó a un muchacho. La ballena y que era oscurita por dentro. Y que era oscuriiita por dentro. Oscuriita como la cueva del guácharo. Así. Oscuriita como un volcán apagado. Así oscuriiita como una noche sin luna y sin estrellas. Así una noche de invierno, pero sin rayos ni relámpagos. Negra renegra, pues. Como el muchacho tenía una caja de fósforos, cogió y, ¡chis! Prendió un fósforo. ¿qué pasó?... que se quedó sorprendido. Que se puso casi tonto, y no era para menos. En el estómago de la ballena había lujosos cuartos, con paredes como de marfil. Blanquitas. Los pedazos de carne sobrantes, porque la ballena era muy gorda, parecían sillas, bancos, hamacas y mecedoras. Y no es que parecían solamente, sino que servían para sentarse en ellos. ¡suaaas! Sabroso. El muchacho se sentó y empezó a ver lo que ninguna otra persona había visto jamás. Era un muchacho sortario, con todo y habérselo tragado la ballena. ¡qué bellezas!...
¡qué de cosas tan preciosas!... en lo alto, colgando de un hueso en forma de garfio, había una bolsa de vidrio, y en la bolsa, apretujadas, ¡esmeraldas, diamantes, topacios, pedazos de oro, trozos de plata, monedas, medallas, rubíes, perlas, amatistas!
Eso era en lo alto, porque hacia un lado, hacia el derecho, había un estanque, de vidrio también, y en el estanque, girando, dando vueltas y más vueltas, ¡suis, suis, suis! Sin cansarse, ¡sardinas rojas color de sangre, sardinas azules color de cielo, sardínas amarillas color de oro, y verdes como las hojas, y blancas como la nieve; y rojas y verdes: sangre y hoja; y azules y blancas: nieve y cielo; y amarillas y plateaditas: oro y nube! Y cuidándolas a todas, un inmenso bagre encarnado con bigotes color de ceniza. Un bagre feo, para decir verdad. Pero las sardinas lo querían y no le temían. Un bagre bueno. Eso era hacia el lado derecho, porque hacia el otro, hacia el izquierdo, crecía un jardín maravilloso, con flores de todas clases: margaritas, azucenas, nardos, lirios, pensamientos, siemprevivas, calas, gladiolas, jazmines, claveles, geranios, gardenias, tulipanes... y algo más: una enredadera que trepaba ¡ruaqui y ruaqui!, que trepaba y trepaba hasta lo que podría llamarse el techo de la ballena. Era una  hierba. Y algo más aún: mariposas que volaban con alegría por encima de las flores. Unas grandes, de ojos pronunciados. Otras menos grandes. Otras pequeñitas, diminutas, que no parecían mariposas, diminutas, que no parecían mariposas, sino punticos con alas. Todas brillaban. Una como las plumas de los zamuros era la que más brillaba. Hacia el fondo, lejos, muy lejos, un faro potente, con una parte blanca y otra negra, un extraño faro. La parte blanca tenía millones de cinticas que la cruzaban y entrecruzaban. Cinticas como serpentinas, allí tejidas. Semejaban multitud de ferrocarriles incansables que se desplazaban a gran velocidad: o líneas interminables de automóviles; o todas las estrellas del cielo colocadas una tras otra. Una, una, otra, otra... la parte negra, ¡uy!, la parte negra infundía miedo. El muchacho y que se sacudió cuando la vio. Tembló de pies a cabeza. ¡truuuuuummm! De cuando en cuando, en esa parte negra, era lo distinto aparecía un animal como un cocuyo que encendía su luz en un segundo y la apagaba en otro. ¡tuáquiti!
        Se le miraban las patas, como una araña. Se le veían las alas. Y cuando sacaba su luz, iluminaba algo así como un hueco profundo y lleno de misterios. Pero tan rápidamente, tan ligero lo iluminaba, que no se podía distinguir nada. No había tiempo. ¡tuáquiti!. Aquel hueco era lo que más miedo daba. Fue lo que más impresionó al muchacho. si. Fue.
 Este no es sino un cuento, y cuento es siempre cuento, con partes con mentiras y partes con mentiras y partes con verdades. O mejor no decir con mentiras, sino con cosas difíciles de creer. Por eso lo que se cuenta en este cuento no se sabe si ha pasado alguna vez en el mundo. Pero como el mundo es tan grande... ¡quién sabe entonces!   



La niña lavandera

lavando estaba la niña, con el alba sus pañuelos, mientras miraba en el agua, bañados sus ojos negros. Cortando con el jabón el azogue del espejo, la niña deja pasar por el torno de sus dedos cinco chorros de cristal, cinco pedazos de cielo. La niña, lava que lava; el río corriente, ciego intenta hurtarle, jugando alguno de los pañuelos que en la orillita de plata lava con sus finos dedos la niña que se levanta con el alba y los jilgueros. Ha tenido que correr por la orillita, siguiendo el curso del ancho río que llevaba su pañuelo, el más bonito que tiene la chiquilla de ojos negros. Ya lo ha cogido gozosa y lo aprieta entre los dedos, mientras se ríen los labios del río travieso y ciego, que quiso hurtarle jugando el mejor de sus pañuelos.♕

Pintame angelitos negros

...¨se me murió mi negrito; dios lo tendría dispuesto; ya lo tendrá colocado como angelito del cielo. --desengáñese, comadre, que no hay angelitos negros. Pintor de santos de alcoba, pintor sin tierra en el pecho, que cuando pintas tus santos no te acuerdas de tu pueblo,que, que cuando pintas tus vírgenes pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un ángel negro. Pintor nacido en mi tierra, con el pincel extranjero, pintor que sigues el rumbo de tantos pintores viejos, aunque la virgen sea blanca, píntame angelitos negros. No hay un pintor que pintara angelitos de mi pueblo. Yo quiero angelitos de mi pueblo. Yo quiero angelitos blancos con angelitos morenos. Angel de buena familia no basta para mi cielo. Si queda un pintor de santos, si queda un pintor de cielos, que haga el cielo de mi tierra, con los tonos de mi pueblo, con su ángel de perla fina, con su ángel de medio pelo, con sus ángeles catires, con sus ángeles morenos, con sus angelitos blancos, con sus angelitos indios, con sus angelitos negros, que vayan comiendo mango por las barriadas del cielo. Si al cielo voy algún día, tengo que hallarte en el cielo, angelitico del diablo, serafín cucurusero. Si sabes pintar tu tierra, así has de pintar tu cielo, con su sol que tuesta blancos, con su sol que suda negros, porque para eso lo tienes calientito y de los buenos. Aunque la virgen sea blanca, píntame angelitos negros. No hay una iglesa de pueblo, donde hayan dejado entrar al cuadro angelitos negros. Y entonces, ¿adónde van, angelitos de mi pueblo, zamuritos de guaribe, torditos de barlovento? Pintor que pintas tu tierra, si quieres pintar tu cielo, cuando pintas angelitos acuérdate de tu pueblo y al lado del ángel rubio y junto al ángel triqueño, aunque la virgen sea blanca pintame angelitos negros.  

sábado, 26 de noviembre de 2016

Papa olvida

Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a la cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañe porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo. Durante el desayuno te regañe también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y  dijiste: “adiós, papito! Y yo fruncí entrecejo y te respondí: “ten erguido los hombros!”.
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.
Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido; cuando levanté la vista del diario, impaciente por interrupción, vacilaste en la puerta. “¿qué quieres ahora?” te dije bruscamente. “nada”. Respondiste, pero te lanzaste en tempesta carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aún el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo: poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor.
 ¿qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros. Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grandre como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza. Es una pobre explicación; sé que no comprenderás estas cosas si te las dijera cuando está despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impaciente. No haré más que decirme, como si fuera ritual: “no es más que un niño, un niño pequeñito”

temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He perdido demasiado.

martes, 22 de noviembre de 2016

golfiados

ingredientes
anís
clavitos
canela
guayabita
1 panela
1 kilo de harina de trigo leudante
1 huevo
2 cucharadas de manteca
8 cucharadas de azúcar
1 barrita de mantequilla

preparación

en un recipiente plástico pequeño se bate los huevos la manteca el azúcar y la mantequilla en un recipiente de plástico grande se hecha la harina se le hecha todo lo de la taza pequeña y se le hecha la levadura y se bate se extiende la harina como un pan se le hecha queso rallado y se le ralla panela y se le hecha por encima se enrolla y se corta se coloca en la parrilla y cuando ya valla a estar se le hecha la miel que esta preparada con los aliños con esta misma harina se hacen las quesadillas se hace una bolita y se le hecha un ollo en el centro se le hace las puntas y se le hecha queso y bocadillo